La cocina de verano

La cocina de verano

A medida que las semanas van pasando, gradualmente tenemos que ir cambiando nuestra forma de alimentarnos. Hace más calor y hay más horas de sol. También nosotras nos sentimos más abiertas, activas y vivas para poder realizar todos los proyectos pensados durante el invierno.

Estamos más sociables y predispuestos para realizar actividades al aire libre. Necesitamos un buen aporte energético para poder seguir el nuevo ritmo de vida con facilidad y compaginarlo con la energía que nos rodea. Nuestra alimentación en las estaciones calurosas debería ser: ligera, colorida, de sabores refrescantes y texturas crujientes. En verano, tomaremos platos simples y apetitosos que, a la vez, nos refuercen. La gran variedad de verduras y frutas de la época estival, nos abre un sinfín de posibilidades para nuestra creatividad en la cocina.

Con el calor excesivo, nuestro cuerpo suda, perdiendo una importante cantidad de sales minerales. Si nuestra alimentación se basa fundamentalmente en proteínas animales, grasas y aceites saturados (energía pesada, vibración lenta, genera calor), al llegar el buen tiempo nos sentiremos atraídos por su energía opuesta y, con ello, por un exceso de líquidos, azúcar, bebidas frías, excesos de frutas y zumos… Todos estos extremos nos harán perder la alcalinidad que nuestra sangre requiere para un óptimo funcionamiento. Es importante utilizar condimentos salados en la cocina (sal, salsa de soja, umeboshi, miso…).

Alimentos recomendados para esta estación:

Cereales: en ensaladas y platos fríos con arroz de grano largo o basmati, cebada, quinoa, bulgur, cuscús, polenta, pasta integral. A los cereales que solemos cocinar con la olla a presión, podemos aplicarles factores Yin para armonizarlos con la estación: hervirlos en lugar de presión. Dejarlos en remojo toda la noche antes de cocinarlos con el agua del remojo. En lugar de sal marina, utilizar un trozo de alga kombu (así mineralizamos el cereal) o un trocito de ciruela umeboshi. Cocinarlos con un poco más de agua.

Sopas: frías o a temperatura ambiente, gazpacho, purés de verduras, purés fríos de leguminosas.

Proteínas: con preferencia proteínas vegetales. Aunque el pescado cocinado de forma ligera es también recomendable para poder seguir el ritmo de vitalidad y acción. Reducir el consumo de carnes rojas (nos provocan digestiones pesadas y nos calientan).

Lógicamente, no usaremos estofados de leguminosas, pero sí podemos elaborar ensaladas apetitosas con garbanzos o lentejas. Servir patés o hummus con tiras de verduras crudas.

Verduras: de todas las clases y variedades, especialmente las estacionales. Incrementando hojas verdes y ensaladas variadas.

Aliños y sabores: experimentar variedad de aliños para completar nuestras ensaladas multicolores. Para prepararlos, usaremos hierbas aromáticas frescas, vinagre de manzana, vinagre de arroz, mostaza, ajo, jengibre, cítricos, buena calidad de aceite de oliva o maíz, jugo concentrado de manzana, y sin olvidar un toque de algún condimento Yang para equilibrar (alcaparras, aceitunas, pepinillos…)

Cocciones: utilizaremos cocciones rápidas con fuego, como escaldados, hervidos, salteados cortos con agua o aceite, vapor, plancha. Sin fuego como macerado, prensado, germinados, pickles. Las cocciones rápidas nos darán una energía más activa y más superficial.

Algas: usaremos las más ligeras: dulse, wakame, nori, lechuga de mar, agar agar, copos de nori, kombu, en platos que refresquen y de efecto ligero. Es aconsejable incrementar el consumo de algas en nuestra dieta. El yodo es difícil de obtener de cualquier otra fuente que no sea el mar, y las algas lo contienen en suficiente cantidad como para prevenir el bocio, una hipertrofia de la glándula tiroides. El bocio solía desarrollarse en zonas donde no se ingerían productos marinos (la principal fuente de yodo).

*Si en verano nadamos con frecuencia, debemos incrementar el consumo de sal, aceite y proteína.

Aceite: un consumo adecuado de aceite es indispensable en cualquier estación. Utilizaremos un aceite de buena calidad para aliños (oliva, maíz…) aunque es importante no excedernos. También usaremos aceite (en cocción) para salteados cortos, rehogados y plancha. También podemos tostar semillas. Las semillas ofrecen un buen aporte de aceite, proteína y grasa. Y su integración en casi toda clase de platos está garantizada.

Frutas: como es lógico, el verano ofrece una gran variedad de frutas de gran sabor y contenido en agua y de energía refrescante. Aunque una dieta sólo de frutas (Yin), o que contenga un exceso de ellas, nos dejará en pocas semanas muy cansados y con poca vitalidad para seguir el ritmo veraniego. Al mismo tiempo, al crear en nosotros una energía excesivamente Yin con efecto refrescante, sentiremos el calor con mucha mayor intensidad.

Una de las formas más efectivas para equilibrar la ingesta de fruta cruda, es hacer una ensalada con una o diferentes frutas, añadir una pizca de sal marina y melaza, mezclar y dejar macerar durante media hora.

Otra alternativa muy refrescante es hacer gelatinas de frutas con agar agar (alga que gelatiniza), tipo jalea, mousse o sorbetes. Podemos experimentar con batidos de frutas, añadiendo otros ingredientes como leche de arroz, de avena o de almendras.

En verano se necesita energía ligera, muy activa, refrescante, de apertura y que nutra. Los factores a reducir son el fuego, cocina a presión, tiempo de cocción, aceite en cocción, harinas y horneados.

puerro vinagreta
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